Patrimonio

Oliván, en su conjunto, alberga también una serie de valores patrimoniales que igualmente merecen ser destacados. Su casco urbano, afortunadamente, no ha sufrido cambios bruscos, habiendo sido capaz de resistir hasta ahora el envite de la fiebre inmobiliaria. A pesar de ello, dentro de su casco sí que se han rehabilitado diferentes construcciones, manteniendo en todos los casos un rigor y una línea arquitectónica acorde con el resto del núcleo. De esta forma, Oliván ofrece al visitante un pueblo apenas modificado, manteniendo su estructura y distribución originales.

En los alrededores del pueblo podemos encontrar nuevos elementos interesantes. Dado que Oliván se asienta a media ladera, sus primeros moradores debieron discurrir una forma de aprovechar al máximo el terreno pendiente. Así fue como pusieron en práctica la técnica del abancalamiento. Al igual que en otras zonas pendientes, estos trabajos siempre se han realizado con un objetivo principal: obtener zonas de pendiente mínima sobre las que asentar tanto casas y otras construcciones como terrenos de cultivo.

La forma tradicional de realizar los abancalamientos ha sido usando los elementos naturales existentes en el mismo sitio. Aquí, el elemento más abundante y prácticamente el único, han sido los sillares de piedra extraídos de los plegamientos de una formación geológica abundante en la zona conocida como fllysch. Así pues, con este material se procedió a la construcción de numerosas paredes de piedra que, de forma longitudinal, surcan la ladera sobre la que se asienta Oliván. Desde lejos se muestran como simples líneas perfectamente integradas en el paisaje. Si las contemplamos de cerca, y tras comprobar la gran cantidad de paredes y la longitud de las mismas, seguramente que nos quedaremos sorprendidos sólo con pensar las miles de horas de trabajo manual que hay detrás de cada una de ellas. Estas mismas piedras son las que desde siempre se han empleado también en la construcción de las casas.

El paso de los años comienza a hacer mella en algunas de ellas que han acabado por ceder y caer al suelo.

Pared camino de Orós

Pared camino de Orós

Pared caida.

Pared caida

En las zonas conocidas como la Huerta, la Glera o los Huertos se concentran las áreas que presentan mejores condiciones para dedicarlas al cultivo. Si las contemplamos desde lejos y desde un punto elevado observaremos como los numerosos campos de cultivo conforman un mosaico heterogéneo compuesto por una gran variedad de formas geométricas de colorido diverso. En la mayoría de los casos cada una de estas formas referidas aparecen recorridas en todo su perímetro por nuevas paredes de piedra en seco construidas de forma manual. Esta es la distribución original de las diferentes propiedades, mucho más variada y natural que la que podamos contemplar en aquellos lugares donde se haya realizado la concentración parcelaria.

El entorno inmediato a Oliván se ha convertido igualmente durante los últimos años en un nuevo reclamo para el visitante y el excursionista. Oliván se asienta a la entrada del valle por donde discurre el barranco del mismo nombre y es el último pueblo habitado del valle. Valle arriba encontraremos diferentes pueblos abandonados en la década de los años 60 del siglo XX que, a pesar de su estado ruinoso, despiertan el interés en muchas personas. La mayor parte de estos pueblos se concentran en el área conocida como Sobrepuerto y en él podemos encontrar núcleos abandonados como Ainielle, Otal, Basarán, Cortillas, Cillas o Escartín entre otros. A medio camino se asientan otros diferentes como Berbusa, Casbas o Susín.

Señal camino de Barbenuta

Huertos y glera

Señal camino de Orós

Ainielle en 1970

Basarán en 1958

Escartín en 1975

En Susín todavía podemos ser testigos de la lucha que mantiene una de sus habitantes por contener, que no evitar, las irreversibles del huellas transcurrir del tiempo. Angelines, natural de Casa Villacampa es en la actualidad el último halo de vida que persiste en Susín. Su ánimo y su ilusión le han llevado a organizar en los últimos años diferentes campos de trabajo para jóvenes, a través de los cuales han realizado pequeñas labores de mejora y mantenimiento. Pero lo que en verdad llamará la atención al excursionista su suba hasta Susín, será la hospitalidad y la acogida que Angelines le brindará. No dudará en responder y dar explicaciones a cuantas preguntas le hagan unos y otros.

     Para el visitante o excursionista que acuda a Oliván, le recomendamos un paseo detenido entre las calles de nuestro pueblo. De esta forma le invitamos a que descubra por sí mismo diferentes elementos arquitectónicos de interés. Entre ellos destacan el escudo de armas de Casa Colorao; el cabecero de entrada a Casa Marina con una curiosa inscripción sobre la piedra que reza “Viva mi dueño 1856”; otro escudo en piedra con motivos vegetales y animales en la fachada sur de Casa Chuán; un cabecero en Casa Ferrero en el que aparecen grabadas en la piedra varias herramientas usadas por los herreros; el armónico conjunto de tejados de losa a diferentes niveles que todavía se mantienen en Casa Ferrero; el interesante conjunto de casa-corral de Casa Diego o la última chimenea tradicional que se eleva todavía sobre el tejado de Casa Azón.

En el fogaril de Susín

En el fogaril.

Cabecero de casa Marina.

Cabecero de casa Marina.

Fachada de casa Chuán.

Fachada casa Chuán.

Cabecero de casa Ferrero con detalle de las herramientas.

Cabecero casa Ferrero.

Tejados a niveles

Tejados y niveles.

Chimenea de casa Azón.

Chimenea de casa Azón.

Escudo de casa Colorao.

Escudo casa Colorao.

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